Septiembre 28 a Octubre 4
Compañeros en sintonía con lo sugerido para la actividad de aprendizaje de esta semana, les comparto la reflexión que me queda luego de abordar y analizar los recursos disponibles a propósito del tema de la evaluación. Expresaré, como se solicita, una primera aproximación desde la perspectiva personal. Luego intentaré, desde la práctica, manifestar mis reflexiones; entendiendo que mi práctica laboral y profesional nunca ha estado referida al campo docente.
Cuando leí el texto introductorio a este tema, cuyo título
es “LA EVALUACIÓN”, me fue imposible no pensar en una nota, en una
calificación, en un resultado, en una cifra y en consecuencia en situaciones reiteradas
de susto, temor, miedo. Luego he caído en
cuenta que no era de extrañar por la educación que recibí, y sobre todo
considerando que termine mi primaria en 1972, mi secundaria en 1978 y mi primer
pregrado en 1981. Parece entonces “obvio” que en mi trazo de formación este
como un sello inamovible estas primeras ideas que se me vienen a la mente
cuando se trata de pensar en la evaluación, son algo más de 47 años cuando
inicie mis actividades en la escuela (estoy seguro que ninguno de ustedes había
nacido aún), y en esas épocas la “Sociedad Digital”, hacia parte aún de una
idea utópica.
Durante las lecturas y videos me encuentro que el término
usado es EVALUACIÓN, en vez de CALIFICACIÓN (que fue el término usado en todo mi proceso
previo de estudiante). Este cambio, que parece sutil, me genera un profundo
cambio mental, pues me conecta de inmediato con el concepto de PROCESO.
Me queda entonces claro que la evaluación
consiste en un proceso, que incluso se inicia en el primer momento de contacto
con el estudiante, para tener un punto de partida o referencia y lograr
identificar las recontextualizaciones y reconceptualizaciones a que debe
enfrentar el estudiante en su nuevo aprendizaje, lo que se identificaba en uno
de los textos como “Evaluación inicial
o pronostica”. Le sigue en el proceso la
“Evaluación Formativa o interactiva”
caracterizada por la regulación y por último la “Evaluación sumativa” en la que se evidencia y certifica la
construcción de nuevos conocimientos.
Este enfoque cobra sentido en la medida que la EVALUACIÓN se
convierte en factor fundamental de la propuesta pedagógica y didáctica del
aprendizaje mediado por TIC, para el cual es mandatorio cambiar el enfoque “instruccional”
de la práctica docente y llevarla a los términos donde el docente deja de
percibirse como el juez implacable que es dueño del conocimiento y el saber y
por lo tanto tiene el poder de “CALIFICAR” (o descalificar) el proceso de aprendizaje
de sus alumnos. Se convierte entonces al docente en un “facilitador”, “tutor” o “acompañante” del proceso de
aprendizaje de sus alumnos, que le permite orientarlos, retroalimentarlos y regularlos en su proceso, de forma
individual y particular.
Como les decía al inicio de esta intervención, tal vez no
tengo alguna experiencia relevante con respecto a un proceso de EVALUACIÓN académica,
ya que algunos eventos que me vienen a la memoria y que fueron significativos
para mi tienen relación con actividades de CALIFICACIÓN del cual destaco uno en
el cual la nota final se me volvió un objetivo, motivado por el deseo de
obtener un beneficio económico en el valor de la matrícula de un semestre en la
universidad. Mirándolo en retrospectiva, me convertí en un esclavo de la nota,
lo cual le incorporó mucha presión y tensión a mi proceso de aprendizaje y
afortunadamente caí en cuenta y luego comprendí que era mucho más beneficioso
encontrar una motivación de querer aprender y crecer en mis conocimientos sobre
algo que me gustaba, y ese solo factor motivacional se convertía a su vez en un
“motor” que me llevaba a hacer mejor mis actividades y la nota o calificación
se convertía en un efecto. Fue así como evidencie que identificar la motivación
que me movía a hacer las actividades académicas, me permitía enfrentarlas con
placer y pasión, y no como una pesada
carga.
Esto lo pude luego replicar en mi
vida laboral y afortunadamente logre consolidar un proceso que con esfuerzo y
paciencia me permitió progresar y avanzar profesionalmente, siempre expuesto a
procesos de evaluación de mi gestión que generaban resultados que me
consolidaban para seguir creciendo y de los cuales siempre recogía las
lecciones aprendidas, tanto las positivas para reforzarlas, como las negativas
para evitar repetirlas.
Como bien se menciona al inicio del texto de la semana 3 en
el blog, “No puedes controlar lo que no puedes medir”, muy popular en el mundo
de la administración empresarial, y que me lleva a reflexionar que
definitivamente la medición es un elemento que nos acompaña como seres humanos,
incluso antes de nacer (ya en las ecografías nos toman varias medidas claves
para determinar si “todo viene bien”). En este sentido nuestra vida misma en su
cotidianidad está impregnada de mediciones, que nos llevan a reflexionar como
vamos en relación con alguna meta u objetivo.
Ahora bien, parece bastante sencillo realizar una evaluación
y dictar una sentencia justa a partir del resultado de la misma, cuando se
trata de mediciones que tienen suficientes criterios para darle un sentido
objetivo y racional, por ejemplo la evaluación de la gestión de un gerente de
una empresa estará medida por las cifras que muestran los estados financieros.
Pero si vamos al ejercicio docente, los parámetros no
parecen tan contundentemente claros para determinar en un número el resultado
del proceso de evaluación de un alumno, es decir, por tratarse de un proceso
que busca generar un crecimiento en el desarrollo del horizonte de conocimiento
en cada estudiante, será necesario incluir en el análisis del mismo variables y
condiciones que pueden ser externas o que subyacen al ejercicio exclusivamente académico.
Con esto no quiero decir que no sea posible generar mecanismos o herramientas que
nos permitan evaluar y cuantificar el proceso de aprendizaje.
Me queda en el tintero la siguiente reflexión: ¿Que tan
subjetiva puede ser el proceso de evaluación de los estudiantes?, y más que
eso, ¿Cómo docentes, que debemos tener en cuenta para lograr, más allá de un
resultado de evaluación positivo o negativo en el alumno, una evidencia consciente en el alumno sobre el
crecimiento que logró en su saber?, y ese nuevo nivel de conocimiento como fue
con respecto a sus expectativas previas?
El reto será aprender a valorar, más que valorizar, el
proceso de aprendizaje de nuestros alumnos, y también para estar a tono con los
contextos del mundo digital, de nuestros pares.
El contexto que nos habilita las
TIC permitió la transformación del modelo de enseñanza basado en la instrucción
y la transmisión (sistema “bancario” como lo denominó Freire), hacia un modelo
horizontal o dialógico, para seguir en los mismos términos de Freire. Las TIC
le quitaron la exclusividad del proceso de aprendizaje escolar a las espacios
de las aulas delimitados por los muros y ello llevó a dinámicas diferentes que
le permiten al alumno, si así lo desea, obtener autonomía, auto regulación e
iniciativa propia sobre lo que desea aprender para enriquecer su saber.
Saludos, Eugenio R:
Como se le mire Eugenio, la evaluación siempre es el valor agregado que nos ofrece contundente fiabilidad a un proceso. Más aún, toda evaluación en el fondo es punitiva, no en sus inicios pues busca darle a entender al sujeto que sinó retoma rumbo, será excluido. Ejemplos tácitos: Los concursos de méritos, los periodos de prueba,los memorándum, entre otros....
ResponderEliminarYa en el campo académico de investigación el sujeto es quién define su rumbo y traza líneas, con base a asesorías en donde la evaluación es reconocido como parte integral de la propia investigación. Es decir es la Zulita del Romeo, una sin la otra pierde su sentido.
Saludos.
Gracias Alberto por tu aporte. Ojala logremos, así sea poco a poco lograr quitar de la conciencia del alumno el carácter coercitivo o "punitivo" como dices de la evaluación.
EliminarEugenio buenas tardes:
ResponderEliminarPretender cambiar la lógica de un proceso educativo de un país como Colombia seria una labor muy loable, habría que cambiar todo el sistema de opresión que sobre nosotros permanece. Sobre la evaluación como proceso de valores quiero comentarte que sería muy interesante poder hacerlo, creo ademas que lograríamos excelentes resultados e identificaríamos en los estudiantes potencialidades maravillosas, lamentablemente la educación pública está por debajo de estos procesos, la realidad nuestra son los resultados en las pruebas pisa, esas que miden y califican el proceso de enseñanza aprendizaje y nos ubica en una tabla de posiciones y dice si es exitoso el sistema o es malo. La verdad es que a los administradores de la educación solo les importa los porcentajes, ellos quieren que seamos igual a Japón, Canadá, Israel, Nueva Zelanda, Estados Unidos entre otros, como si la cultura nuestra fuera igual a la de ellos. Nuestro currículo es un paquete de todas estas naciones, no hay nada nuestro y puedes ver los resultados.
Gracias Fernando por tus aportes.
EliminarEs cierto lo que mencionas, el grado de dificultad y complejidad de la situación no es menor, de ahí que la reflexión que nos deberíamos hacer es sobre que tan dispuestos, y sobre todo, como podríamos afrontar este inmenso desafío e iniciar con pequeños pasos el recorrido de la transformación.
Saludos,
Eugenio R:
Buenas noches Eugenio
ResponderEliminarConsidero muy importante la reflexión que has hecho sobre la evaluación, más en estos tiempos en donde los procesos requieren de transformación continua frente a los ritmos y estilos de aprendizaje que tienen nuestros estudiantes, por lo anterior la evaluación debe llevar a la auto evaluación y esta a la reflexión critica para poder realizar continuos planes de mejoramiento para alcanzar las metas requeridas tanto a nivel institucional como nacional.
Gracias Adriana por tu aporte.
EliminarSuena un poco "romántico", pero que bueno lograr llegar a un esquema en el que, así sea de manera gradual, la auto-evaluación tenga un peso importante en el mismo proceso de evaluación.
Saludos,
Eugenio R:
Eugenio, generalmente eso nos suele ocurrir a todos, al escucha la palabra "evaluación" pensamos de inmediato en una calificación a la vez que sentimos temor por aquello que nos van preguntar, miedo a equivocarnos o a que nos señalen. Puede decirse que la evaluación es un proceso y por tanto permite dar cuenta de cómo se está dando al inicial, intermedio y final del aprendizaje; de todas maneras, nuestro sistema educativo nos obliga a dar una "calificación", una "nota" a los estudiantes, siendo esta la valoración cuantitativa que pretende medir lo que han aprendido los estudiantes.
ResponderEliminarGracias por tu aporte Cristina.
ResponderEliminarTal como lo mencioné también en otro comentario, alrededor de los sistemas de evaluación se ha instalado paralelamente una cultura del miedo y el castigo. Puede ser una buena oportunidad para nosotros, dar los primeros pasos e ir cambiando en nuestros discentes esta percepción.
Saludos,
Eugenio R:
Los aportes de Eugenio, y las comentarios de cada uno a su entrada permite ver la comprensión de la evaluación, la cual debe estar centrada en los aprendizajes de los estudiantes y aun más en la adquisición de competencias. El sentido real de la evaluación auténtica de los aprendizaje radica en la autocrítica que los estudiantes pueden realizar en este proceso y no en el hecho, como lo mencionan, de calificar para que sea centrada en el docente
ResponderEliminarbuenas noches Eugenio
ResponderEliminarCon los aportes de todos los compañeros es recurrente, el entender la evaluación como algo siendo en el papel y por pretensiones del sistema educativo con caracter objetivo pero si analizamos como lo menciona eugenio en su pregunta muy sujetiva debido a muchos factores: los ritmos de aprendizaje, estudiantes con necesidades educativas especiales
Buenas tardes Eugenio, comparto contigo las apreciaciones que presentas al inicio en el gráfico: “La evaluación es un proceso y no un suceso, la evaluación siempre será un medio y nunca un fin”; porque la evaluación es un proceso que fortalece, enriquece los procesos de apropiación de los estudiantes en cualquier espacio educativo, tradicional o desde la virtualidad.
ResponderEliminarVale la pena realizar un comentario al respecto de lo que cometa Mauricio acerca de los estudiantes con necesidades educativas especiales o ahora llamados estudiantes con barreras de aprendizaje; es algo muy complejo porque esta población que presentan algunas características “diferentes” “distintas” en muchas oportunidades son valorados de las misma manera por muchos docentes y no se les tiene en cuenta su condición y quedan en desventajas en los procesos evaluativos, porque algunos maestros no plantean adaptaciones curriculares, modelos de atención y estrategias viables para responder a las demandas individuales y generales de esa población y año tras año muchos de estos estudiantes sufren las secuelas del desconocimiento de los docentes y muchas veces no son promovidos al año siguiente vulnerando así sus derechos.
http://www.mineducacion.gov.co/observatorio/1722/article-181772.html